‘Pluto’ de Naoki Urasawa (7/10)

Naoki Urasawa es, ante todo, un autor de thrillers. Es el género que le gusta, lo que mejor se le da, él lo sabe y nosotros lo sabemos. Más allá de escarceos iniciales con otros géneros más típicos del manga, como Yawara!, Urasawa salta al estrellato y nace para el gran público occidental con Monster, uno de los mejores relatos de intriga publicados en las últimas décadas. No es de extrañar, pues, que un autor con esta habilidad innata para tejer tramas de investigación conciba el universo de Astroboy en clave de novela policíaca, aprovechando el microcosmos ideado por Osamu Tezuka (creador de Astroboy a la sazón que padre espiritual y material del manga) para contarnos una historia de asesinatos en serie, de conspiraciones, secretos intrincados y reencuentros con el pasado. La receta puede resultar extraña al principio, pero el plato que Urasawa nos sirve se degusta con placer.

Esa es la propuesta de Pluto, un manga creado para conmemorar el nacimiento en la ficción de Astroboy (“Atom” en el original japonés), que Tezuka estableció en el 7 de abril de 2003. Con motivo de esta ficticia efemérides, Pluto comienza a publicarse en Japón en 2003, tomando como referencia el arco argumental “El mejor robot sobre la faz de la tierra”, publicado en el Astroboy original en la década de los 70. En dicha historia, Astroboy debía derrotar a Pluto, un robot concebido para convertirse en el más fuerte jamás creado. Urasawa toma esta historia como punto de partida y mantiene a muchos de sus personajes, pero la pasa por su tamiz convirtiéndola en una historia de investigación de ciencia ficción, más cercana al estilo de los relatos de Phillip K. Dick que al original de Osamu Tezuka.

En este personal homenaje al genio que, según él, le inspiró para dedicarse al mundo del manga, Naoki Urasawa no se ve cohibido por manejar material altamente inflamable (Tetsuwan Atom, Astroboy en occidente, ha sido durante más de cinco décadas el manga más popular en Japón), y se permite trastear con personajes grabados en el imaginario colectivo de millones de personas, reinterpretando con fuerza y acierto a todos los personajes originales (como el propio Astroboy, retratado como un niño de unos once años de apariencia absolutamente humana) y creando otros nuevos que resultan igual de atractivos para el lector. Cómo no, mención especial para el protagonista de Pluto: el detective alemán de la Europol Gesicht, un androide de última generación de perfil sobrio y contenido, que se implica más allá de lo recomendable para un detective en descubrir los motivos del asesino que está acabando, uno a uno, con los robots más populares y poderosos del planeta.

El Astroboy original de Tezuka y la versión reimaginada por Naoki Urasawa.

Con este punto de partida, Urasawa nos va desvelando en pequeñas dosis esa sociedad futurista en la que hombres y androides conviven con relativa naturalidad, hasta el punto de que en muchas ocasiones humanos y robots son indistinguibles; al mismo tiempo que nos da a entender que esa convivencia no siempre ha sido un camino de rosas, de modo que “la carta de Derechos Robóticos” es una convención alcanzada tras tremendos conflictos, acontecimientos del pasado en los que se hallan los orígenes de los sucesos narrados en Pluto.

Habría que decir que es innecesario conocer el Astroboy original para disfrutar de la historia de Pluto, cargada de referencias y homenajes al original (y a otras obras de O. Tezuka) pero que resultan irrelevantes para la trama. En mi caso, Pluto me está resultando totalmente accesible y nunca he leído nada de Tezuka, y eso que en España tenemos magníficas ediciones de sus clásicos. Pero temo que con Tezuka me pase lo mismo que con otros autores “fundamentales” de los 50-60-70, lo podríamos llamar “el síndrome Will Eisner”: los leo, entiendo por qué fueron tan relevantes en su época, pero no los disfruto en absoluto, ya que sus discursos y su estilo me resultan obsoletos a día de hoy. ¿Sacrilegio? Quizás.

Pero dejando al margen consideraciones que no tienen que ver con la obra, recomendaría Pluto a todos aquellos que disfrutan con las historias de investigación construidas con inteligencia y bien desarrolladas: la trama engancha como es habitual en Urasawa, aunque no sepamos exactamente hacia donde avanza; los personajes son muy buenos, como también es habitual en el autor, que retoma su tendencia de abandonar durante capítulos a los protagonistas confiando el desarrollo de la historia a los secundarios; y el trasfondo argumental es sólido, a lo que debemos añadir una puesta en escena elegante, con ciudades futuristas lejos del cliché, que mantienen su personalidad según se encuentren en Europa, Japón u Oriente Medio.

Sin embargo, Pluto está carente de la fluidez narrativa de Monster, sus giros argumentales sorprenden menos y seguimos la investigación con un cierto distanciamiento, sin esa implicación personal del lector que el autor logra en su obra maestra. Quizás sea injusto comparar toda la producción de Urasawa con Monster, pero creo que el mismo origen de Pluto lastra el desarrollo del cómic: el hecho de que el autor se sienta deudor del Astroboy original, que deba reinterpretar un universo que no le es suyo, que deba contar obligatoriamente con determinados elementos para que Pluto no pierda su carácter de homenaje… todo ello acaba convirtiéndose en un lastre a la larga, que no permite despegar del todo a Pluto como magnífica historia de investigación en el género de la ciencia ficción. 7

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5 comentarios en “‘Pluto’ de Naoki Urasawa (7/10)”


  1. Sobre el «Síndrome Will Eisner»: Sacrilegio no, pero es una pena. Desde luego hay cosas intraducibles al castellano y, por decirlo así, «al presente» (se me ocurren Krazy Kat, The Spirit, la revista MAD…), probablemente los comics más rompedores en sus épocas, y que al público de ahora dejarán bastante frío.
    Pero Tezuka no, demonios. No es digno de leerse sólo por lo que significó para el manga, es que sigue siendo divertido. Quizás Astro Boy o La Princesa Caballero, enfocadas a un público infantil, no sean las obras con las que un adulto vaya a disfrutar más, y sus manga mitológicos (Fénix, Buda) a mi personalmente me la traen bastante floja. Pero existe otro Tezuka, el mejor para mi gusto, autor de thrillers apasionantes en los 70-80. Aquí se leyó mucho Adolf, por ejemplo, pero hay más: El Árbol Que Da Sombra, una obra colosal, sobre todo si tienes interés en la historia de Japón. Ayako, MW y Oda a Kirihito son delirios pop conspiranoicos y sensacionales como pocos. Y los tomos de Black Jack me los estoy devorando como si fueran pipas, y eso que se trata de un comic de capítulos autoconclusivos y sin una trama general que avance hacia ninguna parte. Sí, hay que tener en cuenta el momento en el que todos estos manga fueron creados, pero eso es sólo un plus a obras de por sí muy divertidas. Indudablemente Urasawa aprendió mucho de Tezuka, y a mí me da que aprendió más de este Tezuka «adulto» que del Astro Boy al que rinde tributo en Pluto.
    Y bueno, ya de paso, Eisner tiene grandes comics que se pueden leer hoy como el primer día. Sólo hay que pasar de Spirit, que es una vaca sagrada y un rollo para cualquiera que esté interesado en la diversión, y no en la historia del arte.

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  2. David Says:

    Snob, reconozco que de Eisner sólo he leído Spirit, por ser su obras más relevante (o más popular, al menos), e identifiqué aspectos que introducía el autor que se han convertido en un «estándar» dentro del cómic USA; me resultó interesante como aficionado al medio, pero nada más. Y es que los autores más populares de aquella época, sobre todo los occidentales, son herederos de una industria que consideraban el cómic un producto eminentemente infantil, y eso condicionaba sus obras.

    Respecto a Tezuka, he leído mucho sobre él como autor, sé que su obra se desarrolla en el contexto del Japón de posguerra, en el que el manga se popularizó enormemente como válvula de escape social, convirtiéndose en el fenómenos que es hoy día en Asia y parte de Occidente. Pero, a la hora de ir a la tienda a gastarme el dinero, me sigue dando reparo. Como ya he dicho, es un prejuicio fundamentado en experiencias anteriores con otros autores clásicos, pero quizás le eche un vistazo a esos cómics que dices, especialmente «El Árbol que da Sombra». Me has despertado el interés.

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  3. Bueno, The Spirit venía de suplemento con el periódico dominical y tenía un público objetivo adulto, a diferencia de la mayoría de superhéroes de entonces, y unas aspiraciones artísticas que los comics «de kiosko» no se permitían. Por eso es tan reivindicado, Eisner tenía espacio para inventar, para jugar con el medio todo lo que quisiera. Pero para mi gusto, el atractivo acaba ahí. Ahora, el Eisner fino fino, el que ya aprendió (e inventó) todos los trucos con Spirit y los usa para contar buenas historias de una manera genial, está en sus «novelas gráficas», que por algo se le considera el padre del género: Contrato con Dios, El Edificio, Viaje al Corazón de la Tormenta, La Avenida Dropsie… Todas merecen la pena, de verdad.

    Y no lo dudes con Tezuka. Es un autor que divierte y engancha como pocos. Si sigue vendiendo y se le sigue adorando como Dios del Manga es por algo. Lo único chocante puede ser su estilo disneyano, que de entrada nos pega poco con las historias que cuenta, a menudo bastante dramáticas. Yo de su etapa «adulta» lo recomiendo todo. En plan SPAM -> De «El Árbol que da Sombra» (excepcional elección) hice una reseña en mi blog, en galego eso sí, pero creo que no es difícil entenderlo:
    http://snob.blogaliza.org/2009/10/11/hidamari-no-ki/

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  4. […] sino que he esquivado a este autor conscientemente. ¿La razón? Ya la comenté en la reseña de Pluto (Naoki Urasawa): los mitos del cómic, los clásicos del medio, tienden a decepcionarme. Puede que […]

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  5. […] culmina su tributo a su reconocido maestro, Osamu Tezuka, con un cambio de registro. Y es que si la primera mitad de la colección era una novela policíaca protagonizada por el androide detective Gesicht, en estos volúmenes la […]

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